1.11.11

Obsesión o Búsqueda

Qué sería de la vida, de mí, sin descubrir cosas nuevas siempre que se puede. La sensación que surge cada vez que conocemos algo nuevo, y que nos gusta, es incomparable a cualquier otra. Es única.

Puede ser, por ejemplo, un libro, una persona, un plato, o una canción.

Una canción. Creo que nada causa más impacto instantáneo que esos disparos sonoros, de escasos minutos de duración. Al fin y al cabo, un libro no se lee en un rato, ni se conoce a una persona -que valga la pena- en una tarde. Del mismo modo que un nuevo manjar tiene mil variantes por disfrutar aun.

No sucede así con la música. Cierto es que se puede destripar más y más, a base de escuchar cada vez más atentamente, pero esa primera impresión que causa, es irrepetible.

Por eso, es una de las cosas que más me gusta: seguir buscando, presionando las teclas adecuadas para encontrar todo eso que aun desconozco.

30.10.11

Exceso de equipaje o Llegar

"No me gusta vivir al cinco", me han dicho hoy.

Ha tenido que ser un puñetero número el que me hiciera comprender lo que me llevan tratando de explicar un tiempo.

No me gusta el cambio, no me gusta arriesgar, no me gusta jugármela. A base de masterizar eso de "vivir al cinco", he conseguido llegar a vivir más arriba, y resulta que se está cómodo, se respira tranquilidad, orden y calma. Si quiero algo, sé donde encontrarlo, porque yo lo he colocado ahí previamente. Nunca podré, en cambio, llegar al máximo. Eso incluiría perder toda ese conocimiento de mi entorno, el saber dónde está cada cosa en cada momento.

No me gustaría vagar por ahí sin saber dónde voy a dormir esta noche. No me gustaría caer, no ser regular. Pero tampoco me gusta no poder alcanzar la excelencia.

- Creo, caballeros, que es hora de empezar a tirar equipaje por la borda. Así llegaremos antes.

- ¿A dónde, capitán?

- No lo sé, pero no ha de importar, porque llegaremos.

18.10.11

Lo mejor es lo que queda por venir o Lo mejor es saber lo que tiene valor

Miro el calendario un día más. Apunto la fecha. Hoy me he sentido débil. Decenas de meses atrás, sucedió por última vez. Entonces, frené. Decidí descansar. Hoy no. Llevo todo el día preguntándome si, de haber sido como soy hoy por aquel entonces, me habría rendido tan fácil. Ahora lo veo claro: ni por asomo.

Es por esto que he pensado en que, de seguir esta evolución que ya se cuenta por años, podría vencer aun más cosas de las que actualmente consiguen frenarme. Falacia. No es fácil seguir evolucionando. Ni siquiera bajando el ritmo. Faltan cosas, huecos que rellenar, novedades que descubrir, hábitos que adaptar.

La enseñanza de hoy, directamente, es que si no sabes cómo completar algo, recurras a los sabios. Doy gracias a una de esas personas, y celebro un párrafo que otro diferente escribió.

Quizá tengan razón ambos al decir que lo peor es ser pobre de amor. Yo, aun reniego creermelo. No del todo. Todavía.

25.9.11

Viajero o Billete

Cuando coges el autobús, te dicen que conserves el billete hasta que bajes en tu parada. Pues la vida vendría a ser algo así como un viaje en autobús, con la diferencia de que al mismo tiempo eres viajero y billete. Eres tú quien te hará llegar al destino. Como billete, jamás te pierdas. Has de tenerte en la mejor estima posible, y ten siempre presente que, sin billete, no hay forma de llegar al final del trayecto.

En la vida, cada día es un revisor que te pide el billete para comprobar a dónde vas, y que estás pagando lo que vale el viaje. No lo arrugues ni lo tires. No te arrugues ni te tires. Solo así llegarás al final que tú te propongas. Sale caro, pero merece la pena.

Eres el trozo de papel más importante que jamás tendrás a tu alcance. Trátate bien.

20.9.11

Estupidez o Mucha estupidez

El repartidor de bilis está de vuelta.

Acabo de leer: "Algunas cosas tienen que ser creídas para ser vistas".

El que lo escribió, sin duda, atentó contra el ser humano. Y todos aquellos que aceptan esa sentencia, también, claro. ¿En qué cabeza cabe? Por si no fuera suficiente con saber discernir entre qué creerse y qué no de entre todo lo que vemos, lo que faltaba era esto. Inventarse cosas. Jodidos mentirosos. Mienten al resto y se mienten a sí mismos.

Haciendo un pequeño sondeo, me han dicho cosas como que esa afirmación podría aplicarse al que vió al dios cristiano a través de un palo ardiendo, o que una de esas cosas de las que habla la frasecita de marras, es el amor.

Pues bien, la RAZÓN me ha dicho que he de matar tanto al que ve dioses como al que ve amor.

¿Me lo creo? No me jodáis.

18.9.11

Artificios o Mejorar de verdad

Leí hace un tiempo una frase -algo neofilosófica- que me hizo pensar, y cuyo discurrir se asemeja mucho al mío. Decía algo así como: "no prestes atención ni confíes en alguien con lentillas de color, pues, sin abrir la boca, ya te ha mentido".

Pues bien, me gustaría extender esto y aplicárselo a la que considero una de las mayores mentiras de la sociedad actual: el maquillaje.

¿Qué clase de mente débil e insegura es aquella que se escuda en diferentes tipos de pintura y engaños decorativos para mejorar su actitud y opinión respecto a sí misma?

Cambias tu percepción sobre ti a mejor cuando modificas tu cara, tu seña de identidad. Otra cosa es la ropa, ahí no tengo nada que decir. Pero pintarte la cara...

Yo cambio mi percepción sobre mí mismo cuando estudio y apruebo un examen, después de hacer una buena sesión de entrenamiento, o cuando acabo un libro. Y es una mejora permanente. Porque mejoro de verdad. No es efímero, no es un artificio, un engaño.

¿Qué más me da si soy feo, o si podría hacer parecer un engendro al más guapo? La cara no se cambia de modo efímero por motivos de autosatisfacción. Es tu jodida seña de identidad. Expresas tus emociones, mientes y hablas con ella. No te pongas máscaras venecianas.

Quiero mostrar mis más absoluto respeto a todas aquellas mujeres que no se maquillan por norma, que no necesitan mejorar su confianza para salir de fiesta, que no tratan de engañar sin palabras. Sean listas o tontas, guapas o feas.

Y es que ya lo dijo un sabio: la verdadera belleza de una mujer se hace patente cuando amanece y se lava la cara.

28.8.11

No hay o Mi mundo

No hay mentiras, sino informaciones parcialmente ocultas. No hay falta de ganas por hacer un viaje, sino que en realidad no hay dinero. No pasa el tiempo, sino que se hacen cosas de provecho. No hay obligaciones, sino tareas pendientes que no reportan beneficio instantáneo, aunque sí futuro. No hay odio o desprecio, sino indiferencia. No hay amor, sino ganas de compartir instantes únicos con otra persona. No hay música, sino que se componen orgasmos sonoros. No hay sexo, sino que se hace arte con los cuerpos. No hay drogas, sino libros y películas. No hay violencia, sino razonamientos para los irracionales.

En mi mundo, no hay miradas, sino electricidad.

No hay palabras, sino sentimientos, en mi mundo.

19.8.11

Locura o Sensatez

La línea que separa la sensatez de la locura es difusa. Eso lo sabe el loco y lo sabe el sensato. Otra cosa es que sepan reconocerlo, o que den el crédito adecuado a quien lo merece.

La sensatez, tal cual, es un concepto utópico. Jamás se verá con una pureza de máximo porcentaje, pero, ¿es acaso posible ver los más preciosos materiales de la naturaleza sin ninguna falla o impureza? Es así de simple, tan simple como que la sensatez es como la más noble de las gemas.

Por otro lado, la locura está mucho más extendida que la sensatez, y es mucho más terrenal, pero no menos preciosa. Es el típico diamante de poco valor -paradoja- o ese oro de pocos quilates. Los diamantes son para siempre. Dicen que la locura no. Yo digo que sí. Puede durar hasta la muerte.

Feliz diamante viejo.

17.8.11

Cuentista - Parte primera

Quiero expresar tanto, que no sé cómo hacerlo. Se me ocurre un juego. Pero me lo tomaré más en serio que mi propia vida. En cuanto termine de hacer crujir las articulaciones de mis dedos y el camarero me traiga el cuarto vodka, empiezo a escribir.

Soy un lunático. Pero no un loco. Estoy enganchado a la luna. Mis noches favoritas son esas en que las farolas sobran, esas en las que podría perderme iluminado tan solo por el reflejo más potente que el ser humano, como especie, conoce. He soñado con estar allí incontables veces. He repetido hasta la saciedad que nadie ha estado allí, que los montajes datan ya desde que existe la estupidez humana, pues los engaños no hacen sino que aprovecharse de esta.

Sí, lo sé. La luna es un satélite, es pequeñita y su luz no es más que el postre del menú diario de rayos de sol, con bebida y café incluídos en el precio. Sé que la luna es cosa de hombres lobo, de condes oscuros de los Balcanes, pero me atrae irremediablemente. He probado a mirarla durante ciclos enteros, sin fallar una noche, durante varias horas, pero solo he conseguido caer más preso de su hechizo. Sin embargo, parece que el mayor mal al que me ha conducido esta adicción es escribir estas líneas.

Ellos, los demás, suelen prometer el sol. A mí me gusta más su espejo; a mí, si alguien me quiere prometer algo, por favor, que sea la luna. Sigo jugando.

Me han ofrecido la luna sin palabras. Solo un gesto: un índice señalando a la luz que se deja ver entre las tenues nubes que se aparecen un par de días antes de una tormenta de verano.

Dudo mucho que semejante ofrecimiento sea real. Pienso: "¿Qué soy yo al lado de semejante maravilla celeste?"

Como ofendida por mis cavilaciones halagándola, se empieza a hacer grande sobre el horizonte. Me amenaza con mostrarse a cada instante más bella, más resplandeciente, más hipnótica a mis ojos. Se me está viniendo el cielo encima y mi cuerpo no responde. Quiero escapar, pero es demasiado tarde. Sigue creciendo. Quiero que se haga de día, dejar de verla. No lo soporto. Creo que, ahora sí, estoy loco.

Un espasmo helado me hace creer que he despertado de un sueño. Es idéntico a cuando una pesadilla se queda sin cuerda. Pero no. No era un sueño. Me veo desde fuera, pero esto es muy real. Me doy cuenta de que en realidad la luna sigue allí arriba, como siempre, sin cambiar. Esa alucinación era su forma de decirme -me di cuenta tras unos segundos de vacilación- que, si tanto la quería, solo tenía que extender mis dedos y agarrarla con firmeza, pero tiernamente; con deseo, pero siendo elegante. Fue entonces, al imaginarme cómo sería tenerla en mi mano, cuando me di cuenta de que no podía hacerlo. La luna no era mía. ¿Qué haría el resto de la gente sin luna?

Tras resignarme al exilio mental de saber que jamás sería mía, la primera noche que volví a observarla por la ventana, como siempre había hecho, algo era diferente. Se acercaba hacia mí de nuevo, fruto de mi imaginación, y en su superficie aparecía un rostro de mujer de belleza insospechada, de rasgos no muy comunes por aquí. A día de hoy, aun tengo esa cara grabada como piedra cincelada en mi memoria. Llegué a ansiarla tanto, que con mirarla a los ojos lo sabía todo, y a la vez nada, sobre ella. Si estaba contenta, preocupada, triste o rabiosa. Pero al mismo tiempo solo podía suponerlo, pues el riesgo a perderla no entraba en mis planes.

Quizá garrapatear estas líneas no ha sido el único mal que me ha reportado mi obsesión con y por ella. Me he convertido en un hombre honesto y, al tiempo, me he dado cuenta de que en esta vida no hay plaza en el barco del triunfo para los honestos. Los ganadores no son honestos, son astutos, le echan cara a la vida.

Creo que la próxima noche de luna llena, la robaré. Siempre y cuando, claro, siga diciéndome que es para mí si la quiero.

Y claro que la sigo queriendo.

El camarero ya no me sirve más copas. Quiere cerrar e irse a casa tras un largo día de trabajo. Mi trabajo es este, escribir a partir de lo que me inspiran mis vivencias. No me puedo quejar, lo sé, pero lo hago. En la chimenea ya solo quedan un puñado de brasas, y veo a través de la cristalera que da al sur que hay luna llena.

Voy en su busca.

Sigo jugando.

Comunicación o Encontrarte sin excusas

Hace poco que he descubierto un fallo más en el ser humano. Seguro que no voy a contar nada nuevo, pero dicen que la experiencia es un grado, así que, como me ha tocado sufrirlo, voy a dar mi particular punto de vista.

Vivimos en la era de la comunicación instantánea. Todo empezó con el teléfono capaz de llamar desde -casi- cualquier sitio. Hasta el más pintado de los hipócritas que se declaran "persona completamente independiente" ha caído en sus garras. Más tarde llegó internet, y ahora, en su apogeo, el usuario habitual no termina de concebir el día a día sin tener a su disposición herramientas tales como un chat instantáneo o un sistema de mensajes cortos. Esto es un hecho expuesto a ojos de todos.

Sin ser un usuario masivo de estos métodos, sé reconocer su valía y utilidad. Pensándolo fríamente, el uso que les damos ocupa de modo directo -su utilización en sí- o indirecto -los planes surgidos tras la comunicación- parte de nuestras queridas -y por muchos creídas infinitas- raciones diarias de casi veinticuatro horas. Esto le sucede a los cuatro gatos que leen esto y a quien suscribe. Es una realidad tangible, algo similar a decir que esto está escrito en español.

Pues bien, el problema más generalizado es la imposibilidad de comunicación que, aparentemente, se crea cuando faltan estos medios. A mí no me importa quedarme sin conexión o que se me acabe la batería. Lo que realmente me está molestando es no saber cómo comunicarme contigo.

Creo que optaré por la vía más directa y clásica, que es buscar tu casa, cerrar el circuito que hace sonar el timbre, y cuando abras la puerta abrazarte con tal fuerza que podría aplastar todos los satélites de comunicaciones que orbitan este -cada vez más- insulso planeta. Porque, para comunicarse, no hacen falta palabras ni aparatos. Bastan dos personas con ganas de expresarse.

4.8.11

139 o Nueva acepción

Te hace sudar como el mayor esfuerzo físico imaginable. Las mentes parecen relojes de cuerda. Lentitud relajada. El agua da la vida. Calor.

2.8.11

Bum bap o Lalala

Qué sería de nosotros sin una línea de bajo. Qué sin que se hubiese inventado el piano. O quizá la guitarra. Personalmente, estoy enamorado del saxofón. Cada persona tendrá sus preferencias, pero si de verdad son personas, es seguro que no pueden vivir sin un ritmo en la cabeza, sin que una melodía sin letra haya conseguido introducir ideas en sus cabezas.

Ya sea festiva o melancólica, de combate o de amor, iré con ella hasta el fin de mis días.

Estoy enamorado de ella. I'd go down on you, my beloved music.

26.7.11

So much more o Mucho más

Dime que no tengo capacidad para hacer algo, y lo haré mejor de lo que tú sabes. Aquellos que dicen que no puedes hacer algo, es porque tienen miedo de hacerlo ellos mismos, o peor aun, de verte a ti hacerlo. De ver que logras el éxito. Son flojos de ánimo. Unos cobardes. Nunca lograrán nada mientras, sentados en una silla, te dicen cosas. Cosas sin sentido.

Sé muy, muy bien que, cuando todo acabe, podré decir que hice mucho más de lo que nadie esperó jamás de mí. Mucho más. Y esto está empezando. Tan solo estoy arrancando. Mucho más por hacer.

Si te dedicas con todo tu cariño y saber hacer a lo que quieres, a lo que te gusta, puedes conseguir alcanzar límites que, hasta entonces, te habías dedicado a soñar. Trabaja duro por tus sueños. Conseguirás mucho más.

So much more.

25.7.11

Diccionario literario o 140 de nuevo

Trae frío, pero también calor. Arrastra nubes y provoca tormentas que limpian tu mundo. Te hace cerrar los ojos, pero abre el alma. Viento.

21.7.11

140 caracteres o Brevedad

Un regalo que cuesta dar si es sincero, de corazón, pero que siempre es devuelto. Más bonito cuanto más te importa la otra persona. Sonrisa.

20.7.11

Nuevo o Muerte

No aclames como nueva una canción la primera vez que la oyes en la radio o en tu pub favorito. La llevas pudiendo escuchar meses, pero no sabes cómo.

No me digas que has flipado con un estreno de taquilla. Lo llevas pudiendo ver en versión original mínimo un par de semanas, pero no sabes cómo.

No me digas que ese libro te gustó mucho porque es fidedigno (ahí va, una palabra nueva!) con respecto a lo visto previamente en su película. Porque querré matarte, y no sabré cómo.

Por gente como tú, esta sociedad va así.

Háganse un favor todos y traten de ver más allá de lo que muestran los medios. Existe un mundo totalmente diferente.

3.7.11

Ser o Estar (I)

En mayor o menor medida, todos conocemos ese especial matiz que nos permite la riqueza verbal de nuestro querido español. Hablo en concreto de la dupla ser y estar. Bien sabemos que no es lo mismo ser listo que estar listo. Y es diferente estar rápido -o lento- a ser rápido -o lento-. Uno indica una condición invariable salvo alteraciones o existencia de handicaps -curioso, un término extranjero cuando pretendo alabar nuestra lengua-, variaciones que se encarga de expresar el otro.

Puedes ser rápido habitualmente, pero estar lento en un momento en concreto. Lo mismo con muchos adjetivos más. Estar atento. Ser atento. O falsificaciones. Ser guapo. Estar guapo. Aquí las mentiras de las madres influyen mucho en el aprendizaje de esta pareja de verbos. Otro ejemplo, que seguro es el que más gracia hace: ser bueno o estar bueno. O malo.

Ser o estar. Estar o ser. Distinguen pequeños matices, detalles de pequeño calibre, o quizá no tanto en otras ocasiones. Pero hay una oposición entre estas dos palabras que es más importante -para mí- que cualquiera de las mencionadas.

Yo propongo una nueva cuestión, como aquella ya mítica de William:

"Ser o estar"

[En la siguiente entrada explicaré el porqué, la verdadera aplicación a la filosofía vital de este dualismo verbal]

7.6.11

Evolución o Nostalgia

Echo de menos el ayer. Y no es que fuera mejor que hoy, es que me transmitía sensaciones que jamás he vuelto a experimentar. Esas mañanas caminando al instituto, escuchando esos asuntos míos que a tan pocos gustan. Y qué hay de esas tardes vagando por el centro de la ciudad buscando algo, sin saber el qué, cruzando miradas con máscaras desconocidas aun hoy. Más música, caminar marcando el ritmo, y al final lo que buscaba era un puñado de regalices que me alegraba el día. Y luego al volver a casa en el bus, todavía con los cascos puestos, la libreta en la mano, y dejándome llevar, soñando despierto con las palabras y sus juegos.

Ahora todas las mañanas cojo el coche, y aunque los graves suenan más potentes en su equipo, no me llena igual que antes, con mi viejo reproductor y sus cascos cutres. Ya no "pierdo" el tiempo caminando, sin ir a hacer algo concreto que tenga que hacer, pues el tiempo ya no sobra. Ya no vuelvo en bus a casa. Ahora, en cambio, hay que soportar atascos y a gente con mucha, aparente siempre, prisa. Y por último, las únicas notas que tomo ahora son en un teléfono móvil, y lo que escribo no son más que recordatorios con fechas de entrega o de acto de presencia.

Los días ya no son ni parecidos a lo que eran. Esas sensaciones que sigo teniendo vivas en la cabeza, ya no las puedo experimentar. Y aunque lo pueda parecer -y quizá hasta lo sea- esto no es una pataleta de un nostálgico, sino la prueba de que todo los que somos, es por cómo hemos vivido hasta hoy.

Y me encanta mi vida.

29.5.11

Yo no soy quién para o Motivos

Para hacerte elegir. Para obligarte a esto. O a aquello. Para hacerte venir. Para gritarte. Para tratarte bien. Ni mal. Para que me beses. Para besarte. Para que escapes. Para que me aburras. Para que me quieras. Ver muerto. Para hacerte reir. Para... mierda.

Yo no soy quién para decirte qué hacer.

A mí nadie me lo dice. Ya soy mayor para eso.

23.5.11

Violencia o A reirte de tu prima

¿Es cierto lo que veo? No me refiero a si debo fiarme o no de mis sentidos. Hablo de la existencia como tal, la realidad, el ser o no ser. Tiene que ser una broma muy pesada, y el que la haya gastado lo pagará caro cuando me entere de su identidad. ¿Los motivos? Me importan menos, son secundarios.

Se comerá todas las comisiones, las diez que tengo sumando las dos manos y un par de porcentajes extra a cargo del estado. Culpa del asco que me da este "E"stado.

Hoy, soy un hombre furioso. Y si quieren guerra, entonces van a tener guerra. Voy a darles guerra.

Como dice la canción: Fuck you, I won't do whatcha tell me.

2.5.11

¿Verdad o mentira? o ¿Mentira o verdad?

Real o falso. Verdad o mentira. Fina es la línea que separa estos conceptos tal y como los conocemos todos a día de hoy.

El mundo está cambiando. Cada segundo lo hace. Y no vengo a decir eso de que "dentro de mil años no habrá tíos ni tías, tan solo gilipollas". No. Eso ya lo sabemos todos.

Siempre hay que cuestionarse qué, de lo que tenemos delante, es real, verídico, y qué no. Estas teclas con las que escribo, ¿son reales? Cada una de estas letras que pulso, ¿acaso existen?

¿Y qué hay del color de ese coche que veo a través de una ventana de doble hoja? Es más, ¿acaso existen los colores? ¿Hay dos colores iguales? Por no hablar ya de formas y las patologías de la visión.

Ese ruido de la gente murmurando, el pasar de las hojas, el correr de la punta de un boli, ¿de verdad suena así?

Dos palabras iguales, leídas, como estas que esás leyendo tú ahora, ahora mismo, ¿son reales? Yo creo que no. Y no digamos ya si son habladas. No hay dos palabras iguales en toda nuestra vida. Ni dos gestos, ni dos sentimientos idénticos.

¿Eres real tú, acaso? Creo que todo esto es mentira. Que no hay nada que sea realmente como lo creemos ser. En absoluto.

La gente, y las personas, crean sus verdades y las defienden, creen en ellas. Otros van mas lejos e intentan que más individuos se lo crean, lo acepten. Esos que no tienen criterio. ¿Quién tiene criterio -para según que cosas- en realidad? Nadie.

La clave, lo que diferencia a alguien válido de quien no lo es, es la capacidad de saber qué creerse, de discernir entre verdad y mentira. Yo, por ejemplo, creo que todo es mentira.

¿Y tú?

21.3.11

MLT o Música, Literatura y Tiempo

Como un piano con las cuerdas rotas. Pulsas las teclas con el amor que solo un artesano pone en su tarea, en una sucesión de gestos que podría presuponerse bella, pero nada suena. Te sabes la melodía, la ejecutas, pero no escuchas nada.

Como un libro en blanco, sin escribir. Encuadernación perfecta, un puñado de centenares de páginas perfectamente alineadas. Ese olor a papel. La sensación física de tener un libro en la mano, desvanecida al abrirlo por la página que tenías marcada y ver que allí no hay nada.

Como un reloj parado. Sin pilas, sin cuerda, averiado. Miras el reloj para que dos agujas te digan cuánto tiempo te queda para poder irte de donde estás, o para que acabe el viaje. O quizá sopesando si te da tiempo a llegar a ese compromiso que habías olvidado. Ese reloj nos da una hora. Un dato convenido. Dicen que hasta un reloj estropeado marca bien la hora dos veces al día.

10.1.11

Desbocado o Identidad

Otra vez. Ha ocurrido de nuevo. ¿Cuán placentera es esta sensación? Jamás me cansaría de experimentarla. Qué más da toda esa retahíla de veces que te has repetido en tu vida eso de "no puedo hacerlo". Hay días, momentos de inspiración, en los que con chasquear los dedos te sale todo. Absolutamente a pedir de boca. Sobre ruedas. Sobre raíles. Y yo soy el ferroviario. Yo sé por dónde quiero ir.

Inspirado como si estuviera en Helicón, capaz de comerme el sistema solar. Y la Vía Láctea se me queda pequeña.

¿Coges el tren conmigo?