En mayor o menor medida, todos conocemos ese especial matiz que nos permite la riqueza verbal de nuestro querido español. Hablo en concreto de la dupla ser y estar. Bien sabemos que no es lo mismo ser listo que estar listo. Y es diferente estar rápido -o lento- a ser rápido -o lento-. Uno indica una condición invariable salvo alteraciones o existencia de handicaps -curioso, un término extranjero cuando pretendo alabar nuestra lengua-, variaciones que se encarga de expresar el otro.
Puedes ser rápido habitualmente, pero estar lento en un momento en concreto. Lo mismo con muchos adjetivos más. Estar atento. Ser atento. O falsificaciones. Ser guapo. Estar guapo. Aquí las mentiras de las madres influyen mucho en el aprendizaje de esta pareja de verbos. Otro ejemplo, que seguro es el que más gracia hace: ser bueno o estar bueno. O malo.
Ser o estar. Estar o ser. Distinguen pequeños matices, detalles de pequeño calibre, o quizá no tanto en otras ocasiones. Pero hay una oposición entre estas dos palabras que es más importante -para mí- que cualquiera de las mencionadas.
Yo propongo una nueva cuestión, como aquella ya mítica de William:
"Ser o estar"
[En la siguiente entrada explicaré el porqué, la verdadera aplicación a la filosofía vital de este dualismo verbal]
3.7.11
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Siempre es importante el matiz que se le da a cada palabra utilizada para evitar equivocaciones o interpretaciones erróneas.
ResponderEliminarUn abrazo J.
Esperaremos, pues, a la siguiente entrada.
ResponderEliminarAquí no se trata de matizar para no confundir. Se trata de matizar para abrir nuevas dimensiones.
ResponderEliminarTodavía espero esa respuesta con respecto a la perspectiva temporal subjetiva del individuo. Yap!
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